No hay indicios de que una educación bilingüe entrañe riesgos mayores que una monolingüe en lo que a trastornos de lenguaje se refiere. En el caso de una educación bilingüe es, sin embargo, especialmente importante que a los niños se los incentive en ambas lenguas.
Un diez por ciento de los niños en edad de guardería padecen trastornos tempranos en el desarrollo del lenguaje, aunque en los demás aspectos están sanos y se desarrollan normalmente.
Otro diez por ciento no puede, a causa de otros perjuicios, hablar del modo correspondiente a su edad. Para los científicos, estos niños están expuestos a un mayor riesgo a desarrollar más trastornos de lenguaje, si a los dos años todavía no manejan 50 palabras ni son capaces de combinar dos juntas.
Resulta fundamental entender que las lenguas se aprenden mediante el diálogo, y no escuchando grabaciones. Tampoco ayuda mucho que un niño mire con su padre un libro ilustrado y balbucee todo el tiempo. Hay que animar a los chicos a que hablen.
Estas deficiencias pueden tratarse bien, ya sea con ayuda de un logopeda o si los padres asisten a un curso y ellos mismos ayudan al niño a ejercitarse. Los trastornos de lenguaje son un problema entre otras cosas porque la mitad de esos niños adolecerá más tarde de dificultades de lectura y escritura. No sólo se consideran trastornos de lenguaje los problemas de habla o de escritura, sino también el retraso en la formación de los vocabularios activo y pasivo.
Fuente: Milenio.com
Términos clave: Educación Bilingüe, Educación infantil
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